Calma lacustre la orquídea en tus manos,
diáfanas, entregan el rayo de sol
aunque los pétalos descansen en la unísona tempestad
son tus vetas las que conducen a la perfección de la luz.
El cauce, oriundo de sus tierras, de apacible marcha
se distiende y el delta trata de alcanzarla
palafitos sosteniendo la precaria muralla construida
con las dimensiones abismales del deseo.
Cirros se detienen en el tiempo,
y en cúmulos se presentan los fragmentos
fervor... a fin de retenerla, mas la escéptica flor
escabullida en la humedad que la sustenta, aparece.
Expuesta al aire de tu brisa se sustenta en tus raíces
tomando el estrato de tus formas, se refugia
calmando la sed... se oprime contenida
sin roce, en el páramo, donde la llovizna no llega...
se detiene
... y la contemplas.
Sonia Marelli
domingo, 27 de junio de 2010
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